Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida

Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida
Les presento a mi familia

miércoles, 27 de mayo de 2009

Nos vamos de retiro mi esposo y yo/ Reflexiones sobre el escándalo del Padre Alberto Cutié

Queridos Todos:


Este mes de mayo ha sido muy intenso para mí.  Mejor dicho, mi vida toda es intensa.  Vivo en un torbellino de ir y venir sin parar.  Pienso que quiero hacer más de lo que realmente puedo. Quisiera poder "relajarme" un poco, pero si me relajo siento que no hago nada.

Voy a tratar de hacer un recuento para ponerme al día con todos ustedes. Empiezo por compartir de mi primera salida que fue la última semana de febrero a Puerto Rico.  Estuve una semana con la Comunidad Misionera de Villaregia.

La Comunidad Misionera de Villaregia tiene un carisma de acogida afectiva fuera de este mundo; su carisma tiene un sentido de familia muy grande, abierto, profundo; su carisma es ser Iglesia; su carisma es confianza plena en la Providencia Divina.  Me siento profundamente atraída a la Comunidad Misionera de Villaregia.

Cuando estoy con ellos me siento en casa.  Estar con ellos es como haber alcanzado el sueño de mi alma inocente de la infancia.  Esta comunidad me inspira a seguir creyendo en la Iglesia y en querer amarle más.  No puedo explicarlo.  Las palabras se quedan cortas.  Quisiera ser parte de esta comunidad.  De alguna manera creo que ya lo soy, pero se que hay más y solamente Dios me develará sus propósitos en su tiempo.

Solamente puedo decirles que esa semana compartida fue extremadamente preciosa para mí. Pienso seguir conociéndoles y ahondando en los carismas que poseen.  De hecho estoy muy felíz porque me voy mañana nuevamente a Puerto Rico para compartir con ellos en un retiro.  Voy con mi esposo, pues es un retiro de matrimonios.  Tengo mucha ilusión con lo que de ahí saldrá.

Tengo una gran necesidad de profundizar en mi relación con mi esposo.  Este retiro será como ir y beber de la fuente del amor que es Cristo Jesús. Queremos compenetrarnos más para seguir adelante con nuestra vocación matrimonial/familiar.  Queremos fortalecernos para estar preparados para las embestidas de la carne, el mundo, y el diablo.  Hoy más que nunca tenemos que estar alertas, despiertos, en vela, y orando.

Nos hemos visto afectados por el escándalo de quien considero un amigo, el Padre Alberto Cutié.  Hemos pasado por muchos estados de ánimo según las noticias escandalosas se han ido dando. Anoche sentimos perder las esperanzas de ver al Padre Alberto reinstaurado prontamente en la Iglesia, ejerciendo su ministerio sacerdotal.  Según las noticias, el Padre Alberto no está de retiro como muchas personas creíamos sino que está conviviendo con su novia en una casa que le prestaron en una zona exclusiva de Venice Beach, California.  Hay rumores de que él ha recibido cantidades fuertes de dinero por las entrevistas que proporcionó. Mi esposo y yo ya no entendemos lo que está pasando como me imagino que se siente mucha gente.  A estos extremos y con tanta incertidumbre solamente nos queda guardar silencio y orar por él.

Siento un dolor muy profundo con la caída de Alberto.  He tratado de analizar mi dolor todos estos días desde que salió a luz el escándalo. Mi dolor es como una herida sangrante; mi dolor es una mezcla de ira y vergüenza.  Curiosamente este dolor, esta rabia, esta vergüenza son sentimientos que estoy experimentando vicariamente, son sentimientos muy propios. 

Me explico.

El pecado público de infidelidad, de impureza, y de engaño del Padre Alberto son un espejo plantado en frente de mi cara.  Por eso no puedo decir que yo le juzgo y le condeno.  Al contrario, quiero compasión para él porque entonces es querer compasión para mí misma el día en que estemos de pie frente al Señor.  La misericordia se le mostrará al misericordioso.

Esta situación me ha recordado la tristeza de mis propias faltas aun estando ya en servicio al Señor a través de la música.  Sé lo que es vivir una doble vida.  He experimentado el agobio de los sentimientos ilícitos.  He confundido el amor verdadero y la ternura auténtica con la pasión carnal, la necesidad afectiva, y el deseo de satisfacer el ego que quiere imponerse y poseer aquello que no le es permitido.  

Además, cuando uno está en pecado es rebelde, desafiante, y se envalentona para justificar las acciones pecaminosas que le dominan.  Cuando uno vive en pecado se vuelve cínico, atrevido, orgulloso, vanidoso, y hasta vulgar.  Cuando uno está en pecado se cree extremadamente conocedor, estudiado, e inteligente; se considera a sí mísmo de mente y corazón amplios.  

Y todo es una gran mentira.  Yo viví esa mentira intensament. Todo es un gran engaño del demonio y sus artimañas. Conozco demasiado bien el poder de la mentira, que no permite vivir en la Verdad que es Cristo Jesús mismo. Uno cree actuar en libertad, pero actúa amarrado, esclavizado por el pecado.

Eso es lo que me duele.  El pecado de Alberto me recuerda el mío, avergonzándome y haciéndome sentir ira contra ese pasado vergonzoso.  Ver a Alberto es como verme a mí misma a distancia por primera vez, y no ha sido una vista agradable.

Viendo a Alberto veo mi fragilidad humana que en cualquier momento puede hacerme desfallecer.  La castidad, la pureza de vida, la santidad, todo lo bueno es posible con la ayuda de Dios.  La gracia de Dios es extremadamente infinita, pero para recibirla hay que estar en comunión con él y pedirle que aumente en nosotros el deseo de recibirla para poder amarle en fidelidad. Ahora más que nunca y con gran convicción creo en las palabras de Jesús en el Getsemaní: "Oren y velen para que no caigan en tentación pues el espíritu es animoso, pero la carne es débil" Marcos 14: 34.

Tenemos que estar despiertos, alertas, vigilantes, atentos, velando para que el enemigo no nos tome por sorpresa, para ir un paso adelantado ante cualquier posibilidad de engaño, de treta.  La tentación para caer en pecado va a presentarse de manera atractiva; va hacernos creer que es cosa buena, lícita, agradable.  Si el pecado se presentara con su verdadera cara, todos seríamos santos ya.

La única razón por la cúal hablo de mis pecados abiertamente es porque la palabra de Dios dice que el pecado hay que denunciarlo, hay que sacarlo a la luz para que ilumine a otros:

En otro tiempo ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Pórtense como hijos de la luz, con bondad, con justicia y según la verdad, pues ésos son los frutos de la luz.
Busquen lo que agrada al Señor.
No tomen parte en las obras de las tinieblas, donde no hay nada que cosechar; al contrario, denúncienlas.
Sólo decir lo que esa gente hace a escondidas da vergüenza; pero al ser denunciado por la luz se vuelve claro, y lo que se ha aclarado llegará incluso a ser luz.  Por eso se dice:
'Despierta, tú que duermes,
levántate de entre los muertos
y la luz de Cristo brillará sobre tí.'
Examinen, pues, con mucho esmero su conducta.  No anden como tontos, sino como hombres responsables.
Efesios 5: 8-15
El pecado de Alberto ha salido a la luz de manera contundentemente pública.  Puede ser que parezca imposible su regreso a la Madre Iglesia, pero para Dios no hay nada imposible.  Su caída puede llegar a ser un instrumento de salvación para muchos en un futuro, pero para eso tiene que haber una depuración del pecado, una sanación interior, una trasformación...una gran conversión.  Por eso no podemos perder las esperanzas en ninguno de nuestros hermanos caídos, ni podemos perder las esperanzas en nosotros mísmos despues de haber cometido un grave error.  Dios siempre estará esperando a un corazón contrito y arrepentido para restaurarle.

Queridos todos, la situación del Padre Alberto me ha interpelado fuertemente.  Mi alma, mi consciencia, o Dios mísmo me ha preguntado: Sara ¿cómo está tu vida de oración? ¿cómo está el ejercicio de la examinación de la consciencia? ¿Cómo está tu vida sacramental?  ¿Te confiesas frecuentemente? ¿Vas a misa más de una vez por semana? ¿Haces obras de caridad? ¿Lees mi Palabra y la meditas para hacerla vida en tu vida?

Solamente ligados a Cristo fuertemente podremos dar frutos de amor y fidelidad.  "El que me ama, guarda mis mandamientos" dice el Señor.  ¿Cúanto me amas Sara?

En una ocasión escribí una canción ("Cómo olvidar"/Pensando en tí) que decía: "No me cabe duda que eres alguien especial/No te puedo ver y mucho menos abrazar/Sin embargo, me acaricias con la brisa del mar/ y el calor que me das me lo recuerda el sol".  Cuando escribí esa canción vivía el dilema de que amaba a Dios, pero que necesitaba "tocar" "abrazar" y sentir con todo mi ser el amor.  No es fácil amar a Dios.  Es precisamente esa necesidad de "sentir" la que nos lleva a cometer errores, pero a veces es mejor cometer errores en el aprender a amar que en nunca intentarlo.  Aqui lo importante es que si cometes un error por querer amar, que lo reconozcas, rectifiques, y vuelvas a empezar de nuevo. 

No justifico mi pecado ni el de Alberto, ni el pecado de nadie, pero la experiencia me ha enseñado que para llegar al amor verdadero debemos adentrarnos en un proceso en el que cada quien va descubriendo dicho amor, a veces errando mucho; sin embargo, debo de recalcar que la razón por la que erramos es porque no nos dejamos guiar por Dios, y sus mandamientos nos parecen una carga tediosa y pesada. O pensamos que los mandamientos de Dios no tienen nada que ver con los preceptos de la institución de la iglesia.

Alberto dice que no se arrepiente de haberse enamorado de una mujer.  Lo comprendo perfectamente. Yo tampoco sentí arrepentimiento de mis pecados inmediatamente. ¡Tuvieron que pasar cuatro años!  Yo misma lo afirmo hoy y aun me cuesta creerlo...el orgullo es una gran piedra de tropiezo. 

Al escribir todo esto espero animar a todos mis lectores a vivir alertas, despiertos, atentos, y deseosos de cumplir los mandamientos por amor a Cristo Jesús no por obligación para creernos buenos.

Pidamos constantemente la gracia para vivir nuestra fe a plenitud.  Pidámosle a Dios un corazón humilde y sencillo, un corazón sensible, corazón de carne, que pueda dolerse del pecado por amor no por orgullo herido...que sea un corazón deseoso de su encuentro con Dios cada día.

Me voy de retiro con mi esposo.  Estaremos unidos a todos ustedes en la oración y en las Eucaristías.  Tengan a mis hijos en sus oraciones y a mis padres y hermanos quienes les brindarán los cuidados esos cinco días que nosotros estaremos fuera.

Sea pues nuestra fe renovada en la contemplación del amor de Cristo que es Verdad y es Vida.

Reciban un abrazo fraterno en Cristo Jesús nuestro Señor, Sara Torres.