Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida

Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida
Les presento a mi familia

sábado, 27 de junio de 2009

Las almas de dos íconos norteamericanos: Farrah Fawcet y Michael Jackson

Queridos todos:  Como católica que soy no puedo evitar el impulso de elevar una oración por las almas de Farrah Fawcett y Michael Jackson.  No lo hago porque sean personas famosas y merezcan por ello especial atención, sino porque es el deber del Cuerpo Militante de Cristo orar por el Cuerpo Purgante de Cristo en unión con el Cuerpo Glorioso de Cristo. 


Creo que este impulso lo sentimos todos los que creemos en el dogma de la Iglesia Católica sobre el Purgatorio, y espero que oremos por las almas de nuestros familiares y amigos, y de manera especial por aquellos que han quedado en el olvido y están en gran necesidad de nuestra oración y nuestros ofrecimientos.

En cuanto a personas de fama como Farrah y Michael, se habla mucho de lo bueno que lograron en la vida.  Se habla de sus éxitos. También se habla de sus fracasos, sus errores, sus escándalos. No todos estamos expuestos al escrutinio de los medios de comunicación como estas personas. Sus vidas no han sido fáciles.  Han pagado un precio muy alto por la fama y fortuna.

Luego llega la muerte y todo queda reducido a la nada.  Solamente queda el alma libre de este mundo, pero con necesidad de ser totalmente purificada antes de entrar definitivamente en la presencia del Señor.  A muchas personas no les gusta este concepto, esta creencia, este dogma de fe y es incluso rechazado, considerado completamente inaceptable.

Sin embargo, sabemos que en el libro del Apocalípsis dice sobre la Ciudad Celestial, la Nueva Jerusalén que es el Cielo mismo que esperamos que: "Nada profano entrará en ella..." Apocalisis 21:27

Tenemos que admitir que ciertamente Cristo perdona todos nuestros pecados completamente desde la cruz, pero nuestros pecados dejan secuelas, manchas, marcas que deben ser purificadas y de ahí la acción penitente. Por esta razón, como católicos creemos que todo sufrimiento en esta tierra ayuda ya a la purificación de nuestra alma y a las almas de los demás cuando sabemos ofrecer nuestro sufrimiento. 

Nuestro mundo moderno de hoy, no quiere saber nada sobre esta realidad.  De hecho hay muchas doctrinas de otras denominaciones cristianas que niegan la existencia de una dimensión donde dicha purificación tome lugar.  

Aunque al mundo se le presenten evidencias, relatos, historias sobre las ánimas del purgatorio nunca será suficiente.  Pues "benditos los que creen sin haber visto"!

Les animo mis hermanos a que cultivemos nuestra fe católica y que en esto también seamos generosos, orando siempre y ofreciendo Eucaristías por nuestros hermanos y hermanas, almas del Purgatorio.  Pongámonos en los zapatos de esas almas penitentes y tengamos compasión de ellas, sabiendo que un día nos llegará el turno de limpiar nuestro traje y plancharlo para entrar sin arruga y sin mancha al banquete  glorioso del Cordero.

¡Animas del purgatorio, oren por nosotros!

En Cristo Jesús, Sara Torres

domingo, 14 de junio de 2009

ANUNCIAMOS UN NUEVO BROTE DE OLIVO

Queridos hermanos y hermanas en Cristo Jesús:

Mi esposo Jorge, nuestros hijos y yo, tenemos la alegría y el gran gusto de anunciarles oficialmente que estamos esperando familia por cuarta vez.

Hace una semana y media me hice el primer sonograma y pudimos constatar sus 11 semanas de gestación y escuchar por primera vez los latidos de su corazón. Sofía Francesca (nuestra segunda hija) fue testigo alegre de dicho momento maravilloso, permitido por Dios a través de la ciencia. El miércoles 17 de junio serán ya 13 semanas. La siguiente es una imagen del sonograma que me dió el técnico.


Aún no sabemos si será Luis Emilio o si será Bianca Stella (mi mamá se llama Luisa Emilia y mi suegra se llama Blanca Estela). Tendremos que esperar otras 10 semanas para saberlo.

EL IMPACTO INMEDIATO DE LA NOTICIA
Este bebé es una gran sorpresa. Me dí cuenta de mi estado apenas a dos días de retraso de mi regla. Me hice la prueba pre-natal por quitarle la necedad a mi hermana Carmen quien, por cierto, acababa de enterarse que ella también está en estado, esperando su segundo bebé. Ese 24 de abril fue de sentimientos controvertidos, y lloré mucho.

Creo que cuando llamé a Jorge lo asusté con mi llanto. Es más, creo que había cierto resentimiento y recriminación en mis palabras. Inconscientemente quise hacerle responsable de lo que me estaba pasando. Él no decía nada más que “Oh my God! Oh my God!” Más tarde Jorge me comentaría que no sabía como sentirse, si felíz, lo cual era su inclinación natural, o avergonzado pues ante los ojos del mundo alrededor nuestro parecía ser más una irresponsabilidad que una bendición. Creo que yo me sentía igual.

EL “POR QUÉ” DEL LLANTO
¿Porqué lloraba? ¿Porqué la aflicción? Habían muchas razones, entre ellas médicas. Apenas dos semanas atrás, si no menos, había ido al médico y bien podría decir que mi estado físico es deplorable debido a mi alto sobrepeso (con triglicéridos y colesterol elevados). Los dolores musculares y dolores en algunas articulaciones que había venido sintiendo en diferentes puntos del cuerpo me llevaron a un diagnóstico prelimiar: Fribromialgia.

Estaba en ese proceso de querer cambiar mis malos hábitos alimenticios y quería activar mi vida de alguna manera. Sin embargo, la falta de descanso adecuado (no he estado durmiendo suficiente desde que nació Sofía en el 2005) era el punto clave que no me permitía levantar mis niveles de energía, y este punto continúaba siendo el impedimento para empezar.
Además de esta situación, me quería operar de la hernia ombilical que me dejó la panza de Jorge Antonio. Era cuestión de tiempo, pues esperaba que el niño estuviera lo suficientemente grande para no tener que hacer esfuerzo de levantarlo, ya que la operación de la hernia requiere seis meses de recuperación sin levantar cosas pesadas. Realmente, lo menos que esperaba era quedar embarazada.

Por último, están los planes personales de estudio y trabajo que Jorge y yo nos habíamos propuesto. Llevo alrededor de un año trabajando en mi tercera producción y esperaba tenerla lista para el año entrante, ciertamente mis planes ya no parecían encajabar con mi nueva realidad. En el momento en que supe de mi embarazo, pensé que el ministerio llegaba a su fin. Jorge quería estudiar para su licenciatura y ahora con la llegada de otro bebé es como misión imposible.

EL “MUNDO” FRENTE A LA VIDA
Mi familia, preocupados por mi salud, no querían que yo tuviera más hijos. Unas semanas atrás mi mamá me había dicho que yo no debía salir embarazada bajo ninguna circunstancia. “Si sales embarazada, me vas a dar un infarto,” me dijo. En otro momento se me dijo que no contara con la ayuda para continuar ejerciendo el ministerio si seguía teniendo hijos.

Mi hermana Carmen, siendo enfermera y mujer muy pragmática y moderna, llevaba meses convenciéndome de que debía de operarme para no tener más hijos. Enfatizando mi estado de salud y la preocupación familiar, ella logró hacerme considerar seriamente la posibilidad de operarme. Se perfectamente que a mi hermana la mueve el amor profundo que siente por mí. Ella teme realmente por mi vida.

Hablé con varias personas sobre el asunto. La gran mayoría opinaba que operarme era lo más razonable. Algunas opiniones iban acompañadas de “es muy estresante saber que en cualquier descuido podés quedar embarazada otra vez; mejor operarse y acabar de una vez con el estrés.” Alguna que otra opinión me hacía entender que la vida sexual en nuestra pareja mejoraría al tener la libertad de expresarnos el amor de esa manera cuando quisiéramos no cuando “pudiéramos”.

Muchos se adelantan y le dicen a uno, “Me imagino que con éste vas a cerrar la fábrica ¿no?” o “Con éste ya contribuiste de más con la cuota de población mundial que te toca” o “Ya no estás en edad para tener más hijos”.

Todo esto lo recibo sin problema de gente extraña o gente que no comparte mi fe. Pero me he quedado asombrada de la cantidad de personas de fe y activas en la iglesia que me han expresado ideas como: “Yo soy católico(a) activo(a) en la iglesia, pero cuando de planificación familiar se trata, pienso que el ser humano tiene la libertad y, sobre todo, la responsabilidad de no traer tantos hijos al mundo”.

Otras expresiones dicen, “La iglesia tiene que cambiar su posición retrógrada sobre el control de la natalidad. Es ridículo pensar que la gente tenga que controlar sus impulsos naturales o la expresión sexual de su amor solamente para cumplir con una ley inventada por los hombres”.

Incluso, personas bien intencionadas me han ofrecido organizarme entrevistas con ciertos sacerdotes que me apoyarían y justificarían en mi decisión de operarme y ésto para ayudarme a que yo no tuviera tanto peso en la consciencia. (Me recordé de los sacerdotes que me justificaron con el uso de anticonceptivos, los cúales Jorge y yo usamos por siete años).

Con todo eso arriba descrito, llegué a flaquear en mi fe. Empecé a prepararme mentalmente y emocionalmente para hacerme operar tan pronto naciera éste bebé. Cuando hablé con el médico sobre el asunto me dijo que tenía nueve meses para pensarlo bien.

EL RETO VERDADERO: APERTURA TOTAL A LA VIDA EN PERFECTA LIBERTAD

Los seres humanos somos unos genios para las justificaciones de nuestras acciones. El problema es que la voz de la consciencia no se calla nunca. Creo que a mí me puede dar la dispensa el mismo Papa Benedicto XVI, y mi consciencia no cambiaría su posición y me torturaría por el resto de mis días. Algunos dirían que yo padezco de un caso patético de más papista que el Papa.

He llegado a la conclusión de que todos tenemos diferentes niveles de consciencia. Diferente personalidad. Diferente carácter. Diferente historia. Diferente forma de reaccionar a los diferentes estímulos que nos presenta la vida. Ciertamente que nos marcan con fuerza nuestras experiencias, y por eso pienso que lo mejor es actuar según la propia consciencia para vivir una vida libre y más plena. Por éstas mismas razones no puedo, ni debo juzgar al que piensa y siente distinto a mí.

Sin embargo, el meollo del asunto es que mientras nosotros los seres humanos somos cambiantes, volátiles, y relativistas, la VERDAD de Cristo es VERDAD ABSOLUTA. No tenemos que “creerlo” así para que sea verdad. ES y punto, nos guste o no.

La única persona que me animó mucho fue mi comadre Rosemary Cotté (Madrina de Sofía, madre de seis hijos—17 a 3—, y un par de años mayor que yo). Sus palabras hacían eco en mi corazón. Escucharla a ella era como escuchar la voz de mi consciencia con claridad. Doy gracias a Dios por la fe de nuestros compadres que es también nuestra fe. Hemos compartido también esos sentimientos de soledad, pues vivimos en un mundo que piensa diferente a nosotros acerca de la apertura a la vida.

Cuando fuimos a Puerto Rico, antes de entrar en el retiro de matrimonio “Caná”, Jorge y yo tuvimos la oportunidad de recibir dirección espiritual y el sacramento de reconciliación.

Cuando abrimos el corazón acerca de esta situación de operarnos para no tener más hijos, nosotros mismos nos quedamos sorprendidos de tener la respuesta tan clara en un instante. Nuestro director espiritual solamente se sonrió de vernos soltar el torrente de emociones acumuladas al respecto y nos confirmó en nuestra manera de ver la vida que es la forma en que nos enseña con sabiduría nuestra Madre Iglesia.

RAZONES PODEROSAS PARA NO ESTERILIZARME
Cada vez que yo pensaba “talvez debo de operarme y acabar con esta angustia todos los meses que tengo un retraso” sentía que algo no estaba bien, sentía que quería tomar mi vida en mis propias manos y no confiar en la Providencia Divina. Sentía que estaba traicionando la bondad de Dios para con nosotros. Pensaba en el sufrimiento de muchas mujeres que quieren ser mamá y no pueden.

Otro pensamiento que me torturaba al pensar en operarme era el miedo a sentirme “utilizada” por mi esposo con el pasar del tiempo. Me explico. Creo que no todas las mujeres tienen el mismo nivel de líbido. Las mujeres tenemos ciclos que regulan nuestros estados de ánimo. No todas las mujeres se sienten dispuestas a tener relaciones sexuales en el instante en que el marido lo pide.

Cuando uno está abierto a la vida, el amor y la comunicación hacen que uno pueda espaciar y regular el encuentro sexual; entonces ese tiempo de abstinencia es un espacio para que los esposos sean creativos y disfruten de una intimidad afectiva. Cuando hablo de creatividad, no estoy hablando de creatividad mundana y pornográfica que baratea la relación sexual a través de la lujuria, reduciéndola a una relación meramente genital. Este encuentro afectivo es de suma importancia porque nutre grandemente la relación. El hombre, aunque no lo demuestre abiertamente o frecuentemente, también necesita de dicha intimidad afectiva.

La intimidad afectiva es un momento precioso. Es un espacio seguro donde la pareja puede presentarse el uno al otro tal como es. En ese espacio se puede compartir sin miedo a ser juzgado. Es un espacio, un momento sacado del día a día para curarse mutuamente las heridas emocionales. Es un espacio para ser vulnerable, reconocer las faltas, pedir perdón, y renovar promesas. Yo lo he experimentado con Jorge, y creemos firmemente en que la intimidad afectiva enriquece y nutre mucho la relación. Cuando la intimidad afectiva es parte activa del relacionarse, entonces el encuentro sexual es paradisíaco y la consecuencia natural, que son los hijos, más que una difícil responsabilidad son una bendición que estimulan a la pareja a crecer en el amor.

En cambio, cuando uno está esterilizado, no se siente la necesidad tan fuerte de comunicar en esta área. Al principio se puede sentir una gran libertad en el ejercicio de la expresión sexual. Puedo planear viajes, ir donde quiera, y tener todas las noches románticas que quiera y no preocuparme de las consecuencias (un embarazo no deseado). Pareciera que con toda esa libertad la pareja se compenetrara más. De hecho, creo que el 98 % de la población probablemente piensa que así es. Sin embargo, temo que en mi caso el encanto no duraría por mucho tiempo.

El hombre, en su naturaleza, pude tener un encuentro sexual en cualquier momento que él lo desee y no necesita mucho estímulo para llegar a ello. En cambio la mujer es muy distinta. La mujer necesita ser preparada emocionalmente y con tiempo para llegar a un encuentro sexual satisfactorio. La mujer se ve afectada por todo su entorno y las experiencias del día previas al encuentro íntimo.

Al estar tan accesible al hombre y sin miedo a un embarazo, la mujer se expone a que sus necesidades afectivas y emocionales sean descuidadas. Si ella se niega a tener relaciones sexuales, el esposo se puede resentir e incluso reclamar y decirle que ya no tiene la excusa de quedar embarazada. Si ella accede por “amor” pero un amor presionado o manipulado, ella puede empezar a desarrollar un resentimiento silencioso que pueda enfriar y socavar la relación en la medida que dicho resentimiento se va acumulando a través de gestos pequeños de desatención afectiva de parte del esposo.

Los seres humanos somos realmente complejos. ¿Quién nos entiende? Entre los consejos del mundo está aquel que dice: “Si tú no te quieres operar, que se opere tu marido”. Yo como mujer he analizado cómo me puedo sentir después de operarme y me he imaginado como alguien que se arranca un pedazo de la vida, y temo seriamente entrar en un período depresivo por haber cercenado dicha fuente de vida. Sintiendo todo esto y amando profundamente a mi esposo, no podría exigirle a él que se opere. Si yo no lo quiero para mí, tampoco puedo desearlo para él.

Ciertamente que la habilidad o mejor dicho, el don de poder procrear no es lo que necesariamente me define como hombre o mujer; sin embargo, este don es una parte de un todo y esto no se puede negar. Por supuesto que sobran argumentos médicos que nos explican y nos convencen de que la operación en el hombre es mucho más sencilla que en la mujer. En parte estoy de acuerdo. El hombre es más práctico y menos emocional. Conozco de un Señor que se hizo operar sin decirle a la esposa. Él era un hombre muy promiscuo, pero no deseaba dejar hijos regados como consecuencias de sus encuentros furtivos con tantas mujeres. Talvez eso era lo mejor entre tanto mal proceder, pero no es una acción que justifica la VERDAD de Cristo.

LA MADUREZ DEL AMOR
Además de todo lo ya mencionado, pienso que operarse para no tener hijos de alguna manera deja a la pareja sin la oportunidad de madurar en el amor. Talvez eso sea lo que se desee, vivir un amor de adolescente, lleno de pasión y romanticismo. El amor maduro y verdadero es distinto.

Hay muchas parejas que no pueden tener hijos y son felices amando a sus sobrinos y sobrinas o ahijados; otros van más allá y deciden adoptar; otros se entregan al cuidado de niños a través de la educación o a través de organizaciones sin fines de lucro; otras parejas se entregan a la labor misionera, ayudando a muchas causas. El punto es que el amor maduro y verdadero necesita dar frutos de alguna manera.

Mi manera de pensar nace de la profundización del amor de Dios en mi vida y de las enseñanzas de la iglesia. Gracias a Dios Jorge las comparte conmigo y eso me da fuerzas para seguir adelante con este reto de la apertura a la vida.

Creo que el problema más grande para mí (lo discutíamos con mi comadre Rosemary) era pensar que operarme era decirle a Dios en su cara: “Yo sé cúantos hijos puedo y quiero tener; tú no lo sabes”. ¿Acaso soy yo más sabia que Dios?

Cerrarnos a la vida a través de la operación es una decisión definitiva, y practicamente irreversible. Es verdad que cuatro hijos para nosotros se siente como bastante ya; debido a mi trabajo de evangelización nuestra economía no es estable, pero nunca nos ha faltado lo escencial. Lo que pasa es que vivimos en un mundo que es consumista y materialista y nos cuesta distinguir entre lo que es un deseo y lo que es una necesidad verdadera.

Vivimos en un mundo que busca toda clase de seguridades para el futuro, pero el Señor nos dice que no nos preocupemos por estas cosas pues cada día tiene su propio afán (Mateo 6:25-34).

NO ES FÁCIL, PERO SÍ ES POSIBLE
Ciertamente que no será fácil lo que nos espera. Ciertamente que tengo encima de mí una situación de salud difícil que espero mejorar por mi bien y el de mi familia. Ciertamente que el ministerio tendrá que tener unos cambios para poder continuarlo. No tengo la menor idea como voy a hacer muchas cosas de ahora en adelante, pero la alegría y la bendición son tan grandes que no me puedo imaginar nuestra vida de otra manera.

Jorge y yo hemos llegado a la conclusión de que esta es una cuestión de confianza plena en Dios, y es una cuestión de fidelidad hacia él y toda la bondad que él ha manifestado en nuestras vidas. Para el mundo y para el católico que se ha dejado arrastrar por los argumentos del mundo, estar abierto a la vida es una verdadera locura y hasta una irresponsabilidad. Para nosotros aceptar nuestra realidad de acuerdo a nuestra conciencia y fe nos ha dado gozo y paz interior.

Estamos claros que la conversión y la transformación del corazón son un proceso, un caminar a lo largo de la vida. Todos estamos llamados a vivir a plenitud, en libertad, en amor, y en santidad. Esto no se consigue de la noche a la mañana.

Jorge y yo no hemos llegado hasta este momento de nuestras vidas mágicamente. Hemos vivido y sufrido un proceso. Hemos actuado en pecado muchísimas veces. Sin embargo, a medida que nos acercamos a la luz de Cristo, vamos reconociendo el rostro de dichos pecados, tomamos consciencia, nos dolemos y arrepentimos (no siempre con la rapidez y disposición debida), reconocemos sacramentalmente nuestras faltas y seguimos adelante por pura gracia y misericordia de nuestro Señor Jesucristo.

Hay muchísimas parejas que van caminando. Estoy segura que no todos expresan lo que sienten y/o viven, pero este es uno de mis llamados: escribir y dar testimonio de mi fe. No lo hago desde la perfección alcanzada; al contrario, doy testimonio desde mis cenizas personales y nuestras cenizas como matrimonio. El amor de Dios nos conmueve y le da aliento a nuestra relación de pareja hoy más que nunca. Mi esposo y yo queremos compartir esa alegría con todo el que podamos.

De más está decirles que el retiro matrimonial al que fuimos a Puerto Rico fue espléndido. Nos sentimos renovados en nuestro amor matrimonial. ¿Podremos vivir el reto? ¿Permaneceremos abiertos a la vida? Solamente Dios sabe lo mucho que deseamos hacer su voluntad. Sabemos que para cumplir la voluntad de Dios hay que tener un corazón dócil, un corazón dispuesto a sacrificar y sufrir el dolor que implica crecer espiritualmente. Para hacer la voluntad de Dios hay que tener un corazón que desea sinceramente crucificar la carne y darle morada permanente al Espíritu de Dios.

A Dios hay que pedirle ese corazón de carne dispuesto a morir para vivir. Dios Padre que conoce lo más íntimo de nuestro ser, nos envió a su Hijo para mostrarnos su corazón. El Hijo nos ha dado el fruto de su comunión con el Padre que es el Espíritu Santo. La Santísima Trinidad quiere morar en nosotros los seres humanos y transformarnos y hacernos agentes transformadores en este mundo. Invitemos pues al Espiritu Santo para que nos comunique la VERDAD y nos ayude a caminar como hijos de la luz.

Que el Señor les bendiga grandemente y que su Espíritu Santo se haga sentir en sus vidas en cada gesto pequeño de amor hacia los demás, especialmente hacia aquella persona que tengan más cerca. En el amor misericordioso y alegre de Cristo Jesús, Sara Torres y con el corazón en sintonía, mi esposo Jorge Wilder.