Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida

Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida
Les presento a mi familia

miércoles, 4 de mayo de 2011

Domingo de la Divina Misericordia

Queridos hermanos:  Este fin de semana que pasó fue muy intenso para mí.  Como algunos ya saben, estuve en un congreso de mujeres en Falls Church, Virginia.  Ahí escuché unas prédicas muy prácticas, muy claras, y muy renovadoras.  Todas éstas a cargo de Monseñor Willie Peña de Puerto Rico.  Creo que habían más de 300 mujeres en ese lugar.

El Espíritu Santo dirigió todo desde el momento en que ideó que Monseñor y yo estuvieramos ahí, pues el mensaje que el Señor me ha encargado iba muy de acuerdo con todo lo que ahí se habló.  En este sentido me sentí muy contenta de ser su instrumento.

La última charla de Monseñor, me mostró muchas cosas que no andan bien en mi vida.  La vida del hogar, del matrimonio, de los hijos, no es fácil para mí y sé que no estoy sola en este departamento.  Me dí cuenta de lo desordenado que está el mundo en ésta área.  Yo pensé que solamente era yo.  En parte me ha asustado darme cuenta que es una crisis generalizada.  Me dí cuenta de cúanto daño nos ha causado el enemigo en este campo de la familia, especialmente a nosotras las mujeres. Cómo sería el impacto de la última charla de Monseñor que no me sentí preparada para recibir la Comunión, y esto me entristeció mucho.

Por la noche hice un examen de consciencia...sabía que al día siguiente, Domingo de la Divina Misericordia y día de la Beatificación de nuestro amado Papa Juan Pablo II, sería un día donde se derramarían muchas gracias.  Yo he pedido la mía a Dios y he pedido la intercesión del ahora Beato Juan Pablo II.  Hice mi confesión antes de entrar en la Santa Misa, y con el corazón esperanzado y renovado, en paz y gozoso, recibí a mi Señor en la Eucaristía.

Sin mi Señor, yo no soy nada.  Todo mi ser está marcado por su amor.  Por eso, cuando le fallo, me duele aunque a veces tristemente me duele más el orgullo propio...esto es más difícil de confesar.

La mayoría de las veces quiero hacer todo por mi cuenta y por mi propio esfuerzo.  Sin embargo, una y otra vez tengo que volver al Señor y darme cuenta como Santa Teresita del Niño Jesús que "todo es gracia" recibida de Dios.  Es su infinita Misericordia la que nos mantiene cerca de su corazón.  El orgullo, raíz de todo pecado, nos impide recibir las lluvias de Gracia de esa fuente de misericordia que es el corazón de Cristo.

Creo profundamente en la Misericordia de Dios.  Por esa Misericordia es que me atrevo a trabajar para Él en el ministerio de Evangelización.  No hay que esperar a ser Santos para servirle; el servicio entregado y sincero es el que nos santifica a pesar de nuestras caídas. 

No hay que esperar a ser perfectos en el sentido humano pues eso es una carga impuesta por nosotros mismos los hombres.  La perfección del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo está en la comunión del Amor....y el amor es algo que podemos ejercitar todos los días en los pequeños gestos que tenemos para todo aquel con quien entramos en contacto. No es fácil esta perfección en el amor, pero tampoco está lejos del alcanze de un corazón enamorado de su Señor Jesús.

Para poder amar de verdad, hay que amar con el amor de Cristo.  Para ser compasivos, hay que recibir y honrar la compasión que Cristo nos ofrece desde su corazón.  Para ser misericordiosos, hay que confiar en el don infinito de la misericordia derramado en aquella cruz y estar conscientes de que lo hizo por mí como individuo.  Cuando peco, cuando vivo en pecado, cuando soy incongruente, aun ahí en ese momento obscuro, en ese momento de tinieblas, está presente la Divina Misericordia para traerme a la luz.

En mi experiencia de vida, el único impedimento para recibir y experimentar la misericordia de Dios es el orgullo.  Para pedir misericordia, hay que estar conscientes de nuestras culpas, asumir humildemente las consecuencias de nuestras acciones equivocadas, y aceptar el querer volver a empezar.

Después de este arrepentimiento/reconciliación con Dios, se debe tener presente que posiblemente volveremos a caer y a veces en lo mismo.  Por lo tanto, nuestra necesidad de Misericordia debe estar siempre presente y esperarla siempre en un espíritu de infinita gratitud ante Dios.

Se me acabó el tiempo.  Es hora de despertar niños para ir a la escuela.  Que el Señor les bendiga.  Es mi mayor deseo que muchos de ustedes hayan recibido las gracias que han pedido este pasado domingo tan especial.  Un abrazo fraterno a todos, Sara

1 comentario:

Noelia dijo...

Gracias Sara por esta reflection tan linda, que nos llama a perseverar en la confianza en la infinita misericordia de Dios.... Que apropiada para estos dias y para mi vida tambien!