Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida

Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida
Les presento a mi familia

sábado, 16 de agosto de 2008

Paseo tempranero por South Beach




Hace mucho tiempo que no iba a South Beach.  Ni siquiera puedo recordar la última vez que estuve ahí. El jueves pasado fui con mis tres hijos y mi tía Nena, hermana de mi mamá que vive en North Carolina y que vino a visitarnos.


Honestamente cuando se vive en Miami no quiere decir que uno se la pasa paseando y yendo a todas las atracciones turísticas que hay.  Es difícil hacer tiempo o el dinero no alcanza para tanta cosa.  Sin embargo, despues del paseo del jueves pasado, vuelvo a caer en la cuenta que los mejores momentos de la vida no tienen que ser ni caros, ni exóticos, ni exclusivos, ni extensivos.

Salimos a las 6:20 de la mañana.  Llegamos a las 7:00 a.m. y logramos ver el sol naciente. Pero también vimos cosas que estrujan el corazón.  

South Beach es una playa muy famosa en el mundo entero.  Si uno hojea la revista Ocean Drive piensa que todo es belleza y glamour; sin embargo, nosotros nos encontramos alrededor de 12 personas, hombres y mujeres, desamparadas, durmiendo en la playa junto a sus pocas pertenencias en bolsas plásticas, mochilas desgastadas y sucias, y cochecitos viejos de niños para cargar sus penas.  

Ellos son seres humanos...hermanos nuestros sin un techo, sin un baño privado para asearse, con hambre, y sin saber qué les deparará el día.  ¡Qué contraste! ¿Qué hacer?  Me recuerdo de las palabras de Madre Teresa: "Si no puedes alimentar a mil personas, alimenta tan solo una". Como ven, tengo la manía de ensombrecer un poco los momentos de esparcimiento que tengo.

Al fin, despues de jueguetear en la arena y el agua con mis hijos dejamos la playa sin prisa a las 9:45 a.m.  Los niños regresaron contentos y satisfechos...mi tía y yo también y apenas eran las 10:30 de la mañana. 

La verdad es que a veces estoy tan cansada que cuando hay momentos libres lo que me provoca es dormir.  Menos mal que resistí la tentación de quedarme en cama. Doy Gracias a Dios por darme las fuerzas para disfrutar con mis hijos momentos tan especiales a pesar de mi cansancio o el desánimo...entonces canto con alegría interior: "Tú...necesitas mis manos...mi cansancio que a otros descanse...amor que quiera seguir amando..." (Pescadores de hombres de C. Garabain).

A pesar de mis momentos felices y preciados con mis seres queridos, en mi interior y en mi memoria quedan la mirada insondable de mis hermanos desamparados; pulsa su dolor en mi corazón; duele la impotencia de nuestra injusticia social...no hay consuelo...talvez un poco contemplando al Traspasado en ellos y tener la certeza que también ellos experimentaran la resurrección...mientras tanto a mí me toca alimentar una boca a la vez.

Señor Jesús, ayúdanos a extender nuestra mano generosamente al que tanto necesita...¡Amén!

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