Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida

Sara Torres: Escribiendo nuevos párrafos en mi vida
Les presento a mi familia

domingo, 27 de julio de 2008

¿El Diablo o los hombres? Lloran las Guitarras

¡Saludos nuevamente!  No les he contado que se me partió en dos pedazos la guitarra Ovation color aqua en Guatemala y que me robaron la Ovation color rojo cereza en Nicaragua.



La guitarra aqua me la había prestado Alberto Coppo, mi arreglista, mientras yo reparaba la mía, la Ovation Legend 1867. Resulta que al quebrarse la aqua me vi forzada a dar a reparar las dos guitarras.

El robo ocurrió el día sábado 5 de julio por la noche, en Estelí, mi ciudad natal. No me pregunten como me sentí en ese momento, pero cuando pienso que para Dios no hay NADA imposible, muy adentro de mi corazón renacen las esperanzas de recuperarla.

Al darnos cuenta del robo, los hermanos de mi esposo se pusieron manos al obra.  Uno de mis cuñados fue a la policía a reportar el robo, dos de mis cuñadas consiguieron los números de todas las emisoras locales para poner la alerta del robo; y mis primos Margarita, Octavio, Ariela, y Rosendo González con sus amigos del instituto Marista se fueron por todos los lugares donde tocan música y corrieron la voz.  En fín se hizo una campaña fuerte.  Sin embargo, me tuve que venir de regreso a Miami sin mi instrumento de trabajo.

La pregunta en el encabezado es retórica, pues cuando somos esclavos del pecado colaboramos con el maligno en su propósito principal que es destruir la obra de Dios.  El robo de mi guitarra es un acto que muestra el estado deplorable de la moral de la sociedad en la que vivimos.  Si hubiese sido un robo que diera de comer aunque fuera un plato de comida a un niño hambriento, hijo de una madre desesperada, yo lo justificaría.  Nuestros pecados sociales están matando a muchos de hambre, de frío, de abandono, de soledad. 

Sin embargo, creo que la mayoría de los robos son motivados por dinero, por ambición, por avaricia, por envidia, por maldad, por placer, hasta por mala costumbre, por mal ejemplo, por cultura deteriorada, por mal hábito de postguerra, por oportunismo, etc.  
Además, el que roba por esos motivos, no robaría si no existieran las personas que compran los objetos robados muy por debajo de su valor.  Este es el principio básico de mercado: la compra/venta que depende de la demanda del consumidor. Peca tanto el que roba como el que compra lo robado. Y también pecan los que venden sus productos legítimos a precios altos, utilizando mano de obra explotada.  Esa también es riqueza a costa de la miseria de otro. 

Muchos podemos condenar rápidamente al que nos roba a nosotros o a nuestros familiares, pero nosotros mismos podemos ser de los que compran objetos robados a personas ajenas a nosotros en un mercado "negro".  Mucha gente en el mundo corporativo condena el robo, pero no ve nada de malo en sus formas injustas en que multiplica sus riquezas.

Entre más me pongo a pensar en estas cosas, más me doy cuenta de que ninguno de nosotros somos perfectos...todos necesitamos de una u otra manera la misericordia y la gracia de Dios. La verdad es que seguiremos siendo bombardeados por miles de tentaciones desde los tres ángulos de siempre: la carne, el mundo, y el diablo.  Entonces, o nos fortalecemos espiritualmente al vencerlas, o sucumbimos y perdemos el alma por una bagatela.  De ahí que el amor es el principio y el fin de todo.  Amar a Dios y amar al prójimo como a uno mísmo.

La noche en que ocurrió el robo, mi esposo me pidió que rezáramos un rosario.  Con decisión más que con emoción accedí, pero cuando empezamos a rezar "perdónanos nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden" paré.  Haciendo un esfuerzo, pero con convicción, le dije al Señor, "incluyendo, Señor, a los ladrones de mi guitarra".  

Esa noche dormí en paz.  El resto de nuestras vacaciones en Nicaragua no se vieron afectadas negativamente por el incidente. Confío plenamente en la voluntad de mi Señor.  Algo bueno saldrá de todo esto.  Definitivamente que yo estoy aprendiedo a no tener tanto apego a las cosas.  Gracias a Dios, Alberto me regaló la guitarra aqua ya reparada.

La guerra sigue, arrebatándole a la carne, al mundo, y al diablo muchas almas para Cristo, con o sin guitarra.

Hasta la próxima!  Dios les bendiga a todos!  Les quiere, Sara

No hay comentarios.: